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jueves, 27 de mayo de 2010

Un ramo de rosas rojas

Flowers - Roses Pictures, Images and Photos

Un ramo de rosas rojas

"Había tenido que salir antes de su hora habitual para realizar unas gestiones con un cliente y pensó pasar a recoger a su amor en su trabajo. Ya a la hora de comer le había surgido el impulso de verla, algo en las dulces palabras que le dedicó cuando la llamó despertó un ansia de abrazarla, besarla y decirle cuánto la quiere. Decidió que le daría una sorpresa.


De camino pasó junto a la verja de un jardín en la que se oían las voces de unos niños jugando, no se les veía pues el alto y tupido seto no dejaba ver nada del interior. De pronto una pelota salió volando del otro lado yendo a golpear el centro de la calle, algunos coches circulaban por ella. Afortunadamente no tocó a ninguno. Corrió tras ella y la alcanzo después que ésta aminoró su velocidad. Cuando regresaba hacia la verja, una puerta de hierro se abrió asomándose una señora de cierta edad seguida de varios niños, mirando a un lado y al otro buscando donde podía estar la pelota. Mientras cruzaba la calle con ésta en una mano hizo un saludo con la otra llamando la atención de éstos. Sonriendo la señora salió a su encuentro mientras pedía a los niños que no se moviesen de la puerta. Cuando estuvo cerca de ella hizo ademán de entregársela a los niños, para lo que tuvo que acercarse hasta la puerta... La señora le seguía. Ésta le dio las gracias mientras los pequeños ya corrían otra vez por el jardín detrás de la pelota.

Al mirar como se alejaban riendo no pudo dejar de ver parte del mismo, un bien cuidado espacio lleno de flores rodeadas de pequeños setos entre un corto y tupido césped... Al observar la señora su interés le invitó a entrar, declinó agradeciéndole el detalle pero... se atrevió a pedirle una de las múltiples rosas que bordaban aquel jardín. Al ver la sonrisa y disposición de la mujer le confesó, mientras entraban, que iba en busca de su amor a la que pensaba dar una sorpresa. Cuando abandonó el recinto llevaba en la mano un hermoso y bien preparado ramo de rosas rojas.

Había llamado a la hermana de ella para que recogiese a sus hijos y esa noche durmiesen en su casa. Una pequeña fiesta para éstos dado lo bien que se llevaban con sus primos. Llegó pocos minutos antes de que ella saliese, se dio cuenta de la sensación que le embargaba, ansia, alegría y ese sentimiento de profundo amor que si bien surgió desde un principio, no dejaba de afianzarse día a día...

Cuando la vio salir por la puerta no pudo evitar sonreír al pensar en la sorpresa que se iba a llevar... Entonces le vio... corrió hacia él como si no hubiesen pasado los años, como recordaba que sucedía en los primeros tiempos de conocerse... un sentimiento de ternura se removió en su interior... Se abrazaron... el tiempo se detuvo... se miraron y se lo dijeron todo... se besaron. Esa sensación de dulzor, de entrega, de compartir sus vidas, de amor, era algo que aún hoy le llamaba la atención... Esa mirada enamorada, esa sonrisa, ese palpitar mientras la tenía en sus brazos, ese todo... toda ella... le encantaba... Cogida ella de su brazo y él por su cintura se alejaron sonriendo mientras ésta le expresaba su sorpresa...

Después de pasear por las concurridas y bulliciosas calles de su ciudad, les gustaba perderse entre la gente, observar, reír, se dirigieron hacia el viejo puerto de pescadores. Reservaron mesa en el restaurante de siempre y continuaron el paseo por el malecón. A esas horas, ya anocheciendo, los barcos de pesca empezaban a regresar con su carga bordeando la luz verde del pequeño faro. Puesto que la mayoría de gente que paseaba se estaba dirigiendo hacia la descarga del pescado, ellos se quedaron solos en la punta del rompeolas... se besaron lenta y dulcemente, se abrazaron, le gustaba sentir en su pecho la fuerza de los suyos...

Cenaron entre charlas y risas. Les gustaba ese ambiente desenfadado, alegre, tan suyo. Ella siempre tenía anécdotas que compartir... y esa risa tan contagiosa, tan encantadora... Les dieron las doce, la noche estaba fresca. Se dirigieron de nuevo a la ciudad. Algunos fines de semana les gustaba ir a bailar, perderse... Las horas no contaban... Les encantaba esa sensación de trasnochadores... llegar a casa... ducharse y encontrarse de nuevo... Están enamorados..."

Ernesto

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2 comentarios:

  1. Precioso relato. Yo quiero un amor asi.
    Saludos.

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  2. Hola María José, muchas gracias en nombre de el autor del texto, un beso, hasta pronto.

    ROSA

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