AMIGOS QUE SIGUEN MI REVISTA GRACIAS POR ESTAR AHÍ

viernes, 23 de abril de 2010

.¿Y cómo le conociste? Una romantica historia de amor escrita por mi amigo Ernesto.



.¿Y cómo le conociste?

Después de cenar salió de casa. Le apetecía dar una vuelta por la ciudad. Se abrigó bien y cogió el paraguas. Había empezado a llover a media tarde aunque ahora no lo hacía.

Llevaba casi todo el día escribiendo, sólo paró un momento para comer. Estaba algo cansado... tal vez aburrido.

Al cerrar la puerta de la calle tomó hacia la derecha, pensó llegar hasta el centro. Necesitaba algo de distracción, luz, gentes. Algo que entretuviese sus pensamientos. Mejor aún... que impidiese que se le formasen...

Anduvo por las concurridas calles fijándose en la gente con la que se cruzaba, la que le adelantaba, la que se encontraba en las cafeterías y que veía fugazmente al pasar. Le gustaba observar los comportamientos de ésta, sus reacciones, como interactuaban entre ellas. Curioso por naturaleza trataba de adivinar quienes eran realmente esas gentes, qué pensaban, cómo se comportaban y porqué. Qué hacían allí a esas horas. ¿Era su lugar o estaban de prestado? ¿Querían realmente estar?

Aquellas dos mujeres que junto a quienes serían probablemente sus acompañantes hablaban animadamente junto a la barra ¿querrían estar allí realmente? Éstos, algo separados de ellas mantenían una conversación algo más seria, más íntima... ¿De qué hablaban, de trabajo, deportes, mujeres?...

Entró sentándose en una mesa libre que quedaba próxima a las dos parejas. Observó a las mujeres. Vestían con cierta elegancia. Una bebía una copa de vino mientras su acompañante parecía no estar tomando nada. No podía negarse que eran atractivas, la de pelo rubio y largo tal vez destacase algo más, llamaban la atención de más de uno que, a esa hora y de fin de semana, parecían estar de búsqueda...

Permaneció un buen rato en esa actitud de observación de todo lo que transcurría a su alrededor. Vio como algunos, solos o en grupo se fijaban o hablaban de ellas, como miraban tratando de adivinar si estaban acompañadas o no. Y no sólo los que parecían estar sin compañía femenina, también los que estaban acompañados les echaban furtivas miradas de interés. Y no sólo los hombres... Claro que esa actitud era seguida por la mayoría de las personas que se encontraban allí, era un mirarse unos a otros creando la ilusión de contactos más o menos intencionados que jamás se producirían...

Los dos hombres seguían el mismo tono de conversación pero ellas parecieron iniciar algo más reservado. Se habían juntado un poco más para hablar más íntimamente.

Se levantó con la intención de ir al servicio, al volver se situó en la barra cerca de ellas...

“...¿Y cómo le conociste?”

“En la consulta del dentista... Nos tocó esperar más de lo habitual e iniciamos algún comentario... Después me encontró en la cafetería de al lado. Como el retraso en la hora hizo que llegasen otros personas a la consulta, se excusó y salió. Así empezamos...”

“¡Qué atrevidos! A mí me da sofoco sólo de pensarlo... y no digo que no te entienda... pero ese riego...”

“Ya... Bueno, en realidad hemos estado dos veces... Antes sólo quedábamos para tomar algo en algún sitio... Pero, una cosa lleva a la otra...”

“No sé si me atrevería... aunque también es verdad que tampoco lo deseo... No me lo he planteado nunca.”

“Tampoco yo... las cosas surgieron sin más...”

“¿Está casado?”

“No, no lo está, no tiene pareja tampoco”.

¿Y cómo es?...

“Bueno, es una persona normal, algo más alto que yo, trabaja en una asesoría, no es de Gijón... vive a pocos kilómetros. Nos hemos visto en su casa... Hay una peluquería en su mismo portal que me sirve de excusa para entrar...” Aquí no pudo evitar una carcajada... haciendo sonreír a su amiga.

El acompañante de ésta, que era quien estaba de frente a ellas las miró un momento volviendo a la conversación.

“¿Y... qué tal? Preguntó su amiga con una sonrisa...

“Qué voy a decirte... bien... “

“¿Sólo bien?... volvió a preguntar sonriendo.

“Lo pasamos bien... hablamos mucho... No es sólo llegar y … La verdad es que me encuentro a gusto con él...”

“...¿Hay algo más?...”

“...No creo... ni quiero. Ambos sabemos que llegamos hasta donde llegamos...”

“Bueno, tiene su riesgo... pienso yo”.

“No es nuestro caso... ni me lo planteo. Ha surgido y no sé lo que durará... No pensé que me sucediese una cosa así...”

¿Y él que dice?

“En eso coincidimos los dos... somos realistas. No deseo cambiar mi vida.”

“¿Has comentado esto con alguien?”

“...Cómo se te ocurre... A quién se lo voy a comentar. Sólo lo sabes tú... Y aquí ha de quedar...”

“Por supuesto...”

“Además nunca se sabe si alguna vez tendrás que echarme una mano... A veces lo he pensado...”

¿En qué sentido lo dices?...”

“Pues no sé... en nada concreto... pero me tranquiliza pensar que estás ahí,,,”

“Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras”.

“Lo sé... lo sé”.

“No voy a negar que aún estoy sorprendida...” Nunca lo hubiese pensado...”

Riendo contestó: “¿Y crees que yo sí?...”

Rieron las dos...

“¿Y tú qué?...”

“¿Quién yo?... Dios mío... si casi me da algo por ti...”

“No me digas que no lo has pensado alguna vez... No quiero decir como posibilidad real... más bien como algo que te apetece en algún momento... un pensamiento al ver a alguien... no sé... algo...”

¡Nunca!... Y estallaron en una carcajada...”

Al echarse hacia atrás debido a la risa notó que había tocado a alguien... se volvió para disculparse... “Perdona...” le dijo sonriendo mientras le miraba...

“...No es nada... no te preocupes”
Le costó retirar sus ojos de los de él... por un segundo no supo si era debido a la posibilidad de que hubiese podido oír algo o era otra cosa... Cuando se dio la vuelta creyó ver que su amiga la observaba con cierta curiosidad... ¿Qué estaba pasando?... Llamando la atención del camarero le pidió una Coca-Cola...

Pasaron algunos años. Cayeron las hojas de otoño y llegó el invierno, la nieve, el frío. La ciudad empezó a engalanarse de luces y fiesta... de compras y apretones de manos, de... ¡Felices Fiestas!... ¡Igualmente!... ¡Feliz Año Nuevo!

Le gustaba esa época. De niña había vivido esas fiestas de forma entrañable, sus abuelos, sus padres, la gente... El turrón, las peladillas, los juguetes... el amor que siempre respiró en su hogar...

Mirando por la ventana como caían los copos no pudo evitar una sonrisa al recordar aquella noche en que se conocieron... sus pensamientos retrocedieron en el tiempo...

...¿Y cómo le conociste?

Viven juntos desde entonces... su amor, su dulce amor, le quiere mucho... Se quieren ambos... Se casaron al año y medio de irse a vivir con él. Recuerdan muchas veces aquella noche. Él le dice riendo que se enamoró de él en cuanto le vio... Ella reconoce que es verdad... pero que quien se puso a su lado en la barra fue él... que ya la buscaba. Se ríen, se besan, se abrazan...

El llanto de su hija que acaba de despertarse la saca de sus recuerdos... Retirándose de la ventana se dirige a su habitación... ¿Dónde esta mi cielo?

ERNESTO
Photobucket

2 comentarios:

  1. Bonita historia, en la vida pasan estas cosas, más de lo que creemos.
    Con final feliz.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Hola Luisa me alegra verte de nuevo por mi Revista, muchas gracias en nombre del autor del texto que es mi amigo Ernesto, un beso, hasta pronto.

    ROSA

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu comentario