AMIGOS QUE SIGUEN MI REVISTA GRACIAS POR ESTAR AHÍ

lunes, 26 de abril de 2010

El pueblo abandonado así se titula este misterioso texto de mi nueva amiga María José Mallo



El pueblo abandonado

Lo vio en Internet. Se vendía un pueblo de alta montaña. Las cinco casas eran todas de piedra con amplias cocinas. Algunas conservaban antiguos hornos de leña para amasar el pan en los largos y aislados inviernos. No se lo pensó dos veces. Era una ganga, sobre todo ahora, con la crisis.
Lo compró.

Tuvo que esperar casi a la primavera para subir hasta allí. El invierno había sido muy crudo, la tierra almacenó nieve con avaricia; imposible acceder y tomar posesión. Cuando el sol recobró su poder y deshizo la nevada, se trasladó con un amigo constructor para que echara un vistazo a las viviendas y le ayudara a decidir en cual podría instalarse de inmediato. Tenía prisa por irse de la ciudad. Estaba convencido de que, si continuaba allí, la depresión acabaría con él.

Había dos casas habitables. Se decidió por la mas apartada. Estaba construida sobre un mirador natural desde el que se divisaba incluso el mar. Acordaron que su amigo enviaría la próxima semana una cuadrilla de albañiles para acondicionar la vivienda debidamente. El resto lo irían arreglando poco a poco. Mientras, él se dedicaría a limpiar el prado y a trabajar el jardín y el huerto. Descargaron las provisiones y las herramientas y el constructor se fue antes del anochecer. Los lobos comenzaban a aullar.

Se levantó cuando el sol apenas asomaba la punta de los rayos sobre las montañas. Había dormido de un tirón. Nada mas desayunar salió al campo. Miró hacia arriba. Sólo vio naturaleza. Se creyó observado por el águila y el lobo trasnochador que se había rezagado para ver al nuevo vecino. Fue feliz.

El día trascurrió rápidamente. El silencio campeante era sólo interrumpido por los sonidos, a veces estridentes y siempre continuos, de la montaña. ¡Que bien se respiraba!. Cuantos olores diferentes. Esa noche se acostó un poco mas tarde. Vio como el sol se zambullía en el mar para atravesar la tierra y aparecer mañana por el otro extremo. Cenó frugalmente y se sentó en el porche tapado con una manta hasta que oyó al lobo. Un zorro salió del bosque y se fue tranquilo por la carretera. La lechuza se cansó de mirar desde el tejo y echó a volar. Los búhos se comunicaban con silbidos desde puntos opuestos.
__Que maravilla. Aquí viviré hasta el fin de mis días.

Lo despertó el sonido del móvil. Le extrañó la llamada a aquellas horas. Abrió el cajón de la mesilla y lo cogió. Que raro. No era su móvil.
Sonaba abajo.
Seguro que su amigo se lo dejó olvidado y llamaba para corroborarlo, aunque podría haberlo hecho mas temprano.
Prestó atención: el sonido subía por las escaleras, se acercaba. Saltó de la cama sobresaltado. El teléfono se acercaba sonando estridente y siniestro por el pasillo.
Fuera había cesado el aullido del lobo. Sólo escuchaba su corazón y el timbre del teléfono detenido en la puerta de su habitación. De pronto, cesó…

Maria José Mallo

Photobucket

3 comentarios:

  1. Hola María José bonito y curioso relato, me ha gustado leerte.

    Ernesto.

    ResponderEliminar
  2. Hola Ernesto, en nombre de mi amiga M,José, muchas gracias por tu comentario, un saludo, hasta pronto.

    ROSA

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Ernesto. Me alegra de verdad que te haya gustado el relato.
    Un saludo.
    Mª Jose.


    Muchas gracias Rosa, por responder en mi nombre. Un beso.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu comentario