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Hacen más de dos mil años,
el tiempo suficiente para borrar cualquier recuerdo,
menos el que nos dejo este hombre.
Esta persona murió en la cruz
en busca de un cambio, una esperanza,
miles y miles de creyentes desde lo lejos lo lloraron,
incontables aún lo lloran,
pero son escasos los que aún lo imitan,
todos
en su interior le imploran por sus penas.
Para que su sacrificio no sea en vano
no se necesita una cruz,
donar todos tus bienes, una sotana o el celibato.
Solo basta con un poco de voluntad,
conciencia social
y algo que desde hace mucho
tiempo esta extinto: la solidaridad.
Pedro Dario Nuñez
Bien por recordarnos algo de la vida de Jesús, gracias.
ResponderEliminarAbrazos
Leonor
Hola Leonor, si, es que ley este texto de Pedro y me gusto tanto que por eso el pedí permiso para publicarlo en mi Revista y me digo que si, yo sabia que os gustaría, un beso, hasta pronto.
ResponderEliminarROSA